lunes, 24 de noviembre de 2025

Antonio Buero Vallejo

 

Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara, el 29 de septiembre de 1916 y falleció en Madrid, el 29 de abril de 2000. 

Fue un dramaturgo español, ganador del Premio Lope de Vega en 1949 y del Premio Cervantes en 1986.

 


Su padre, Francisco, era un militar gaditano que enseñaba Cálculo en la Academia de Ingenieros de Guadalajara; su madre, María Cruz, era de Taracena (Guadalajara). Su hermano mayor Francisco nació en 1911 y su hermana pequeña Carmen en 1926. 

Toda su infancia la pasó en la Alcarria, salvo dos años (1927-1929) que vivió en Larache (Marruecos español), donde había sido destinado su padre. Se aficionó a la lectura en la gran biblioteca paterna y también a la música y a la pintura: desde los cuatro años dibujó incansablemente. 

Su padre lo llevaba habitualmente al teatro y a los nueve años ya dirigía representaciones en un teatrillo de juguete. 

Estudió Bachillerato en Guadalajara (1926-1933) y se despertó su interés por las cuestiones filosóficas, científicas y sociales. En 1934, la familia se trasladó a Madrid, donde ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, alternando las clases con su asistencia al teatro y la lectura. 

Al comenzar la Guerra Civil quiso alistarse como voluntario, pero su padre se lo impidió. Este, militar, fue detenido y fusilado por los republicanos el 7 de diciembre de 1936. En 1937 fue llamado a filas y se incorporó a un batallón de infantería, colaborando con dibujos y escritos en La Voz de la Sanidad y en otras actividades culturales. En Benicasim conoció a Miguel Hernández. 

Al finalizar la guerra, Buero se encontraba en la Jefatura de Sanidad de Valencia, donde se le recluyó unos días en la plaza de toros. Después, pasó un mes en el campo de concentración de Soneja, en la provincia de Castellón, y finalmente le dejaron volver a su lugar de residencia con orden de presentarse a las autoridades, orden que no cumplió.

 Comenzó a trabajar en la reorganización del Partido Comunista, al cual se había afiliado durante la contienda y de cuya militancia se fue alejando años después. 

Fue detenido en mayo o junio de 1939 y condenado a muerte con otros compañeros por «adhesión a la rebelión». Tras ocho meses, se le conmutó la pena por otra de treinta años. Pasó por diversas cárceles: en la de Conde de Toreno permaneció año y medio. Allí dibujó un famoso retrato de Miguel Hernández, ampliamente reproducido –cuyo original conservan los herederos de Miguel Hernández– y ayudó en un intento de fuga que le inspiró más tarde ciertos aspectos de La Fundación. En la de Yeserías apenas estuvo mes y medio, unos tres años en El Dueso y otro más en la prisión de Santa Rita. Escribió sobre pintura e hizo cientos de retratos de sus compañeros, entablando muy buenas amistades con algunos de ellos y manteniendo contacto tras su salida de prisión.

 Del penal de Ocaña sale en libertad condicional, pero desterrado de Madrid, a comienzos de marzo de 1946, por lo que fija su residencia en Carabanchel Bajo, aunque pasa la mayor parte del día en la capital. Se hace socio del Ateneo y publica algunos dibujos en revistas para conseguir ingresos, pero su afición pictórica empieza a decaer en pro de la escritura. Refleja a través de la narrativa los pensamientos de su último año de cárcel, si bien pronto abandona ese género por el teatro.

 Se casó con la actriz madrileña Victoria Rodríguez en 1959 y tuvieron dos hijos, Carlos y Enrique. El menor de ellos, Enrique, falleció en 1986, con solo 25 años, en un accidente de tráfico y esta tragedia marcó al dramaturgo de por vida.

 En 1963 se le propone su incorporación al Consejo Superior de Teatro, pero Buero renuncia a ello. Encabezados por Bergamín, firma, con otros cien intelectuales, una carta dirigida al ministro de Información y Turismo solicitando explicaciones sobre el trato dado por la policía a algunos mineros asturianos. El Ministerio publica la carta en la prensa con una respuesta, y aunque no se adoptan medidas públicas contra los firmantes, hay una condena al silencio por parte de la prensa y cierto «desvío de editoriales y empresas». 

Ante las dificultades económicas que padece, se ve obligado a viajar a Estados Unidos. Durante dos meses de 1966 visita una quincena de universidades y, contra su costumbre y sus deseos, da charlas acerca de su teatro, así como conferencias sobre diferentes temas. 

En 1971 ingresa en la Real Academia Española, y más tarde es nombrado socio de honor del Círculo de Bellas Artes y del Ateneo de Madrid. Asimismo, pertenece a diversas academias, comités y sociedades de América, Portugal, Alemania y Francia. 

Falleció en el Hospital de Madrid, a causa de un ictus, el 29 de abril de 2000, a los ochenta y tres años de edad. 

Su obra 

La experiencia vital de Antonio Buero Vallejo influyó profundamente en su literatura, en la que refleja temas como la injusticia, la opresión y la lucha por la libertad. Por ello, es recordado por su habilidad para combinar la crítica social con la humanidad y el profundo análisis psicológico de los personajes en sus obras, convirtiéndose en una voz esencial para entender la España del siglo XX. La obra de Buero es una verdadera referencia ética y estética coherente con su vida, su trayectoria de hombre íntegro, comprometido y defensor de unos valores difícilmente discutibles por su profundo humanismo. Obra y vida contienen igualmente rasgos modélicos. Consecuentemente, en la biografía de nuestro autor lo mismo que en su obra contemplamos ese magisterio que nos aproxima a una parte valiosísima de su personalidad. 

La importancia de la obra de Buero Vallejo radica en su capacidad para reflejar la realidad social, política, ética y moral de su tiempo, así como en su destreza para crear personajes complejos y situaciones dramáticas que invitan a la reflexión. Instalado en el contexto de lo trágico, el teatro de Buero en general viene a expresar el desgarramiento interno de la persona que se produce entre las propias limitaciones que padece, los condicionamientos que la sociedad le impone y las propias miserias y deseos. El legado literario sigue siendo relevante en la actualidad y este teatro es estudiado en universidades y representado en escenarios de todo el mundo. 

Sin ser un autor prolífico ni obsesionado por estrenar, pues meditaba siempre mucho sus dramas antes de llevarlo a las tablas, sí ha dejado una rica obra teatral, además de una mínima parte de narración y ensayo.

 En sus primeras obras, Buero Vallejo se propuso desvelar la angustia y soledad en las que se debate la existencia humana, casi siempre en condiciones mediocres, cuando no hostiles. 

En la etapa posterior, particularmente vasta, el autor muestra una tendencia al mito, la leyenda y la fábula. 

Personajes 

Se podría decir que los personajes de Buero Vallejo suelen coincidir con las siguientes características: 

  •     Presentan alguna tara física o psíquica.
  •     No se reducen a simples esquemas o símbolos.
  •     Son caracteres complejos que experimentan un proceso de transformación a lo largo de la obra. 

    La crítica los ha distinguido entre personajes activos y contemplativos. Los primeros carecen de escrúpulos y actúan movidos por el egoísmo o por sus bajos instintos, y, llegado el caso, no dudan en ser crueles o violentos si con ello consiguen sus objetivos. No son personajes malos; la distinción maniquea entre buenos y malos no tiene cabida en el teatro de Buero. Los contemplativos se sienten angustiados. El mundo en que viven es demasiado pequeño. Se mueven en un universo cerrado a la esperanza. A pesar de ser conscientes de sus limitaciones, sueñan un imposible, están irremediablemente abocados al fracaso. Nunca ven materializados sus deseos.

 Curiosidades

 Dos aspectos desconocidos de su vida son su pasión por el yoga y la ufología u ovnilogía, el estudio de los fenómenos extraterrestres mediante el análisis de fotografías, vídeos y testimonios de avistamientos. Y tal era su gusto por el yoga, que llegó a pasar su tiempo libre dibujando asanas o posturas de esta disciplina hinduista.

 Teatro 

Sus obras teatrales son, por orden de estreno: 

  •     Historia de una escalera (1949)
  •     Las palabras en la arena (1950)
  •     En la ardiente oscuridad (1950)
  •     La tejedora de sueños (1952)
  •     La señal que se espera (1952)
  •     Casi un cuento de hadas (1953)
  •     Madrugada (1953)
  •     Irene, o el tesoro (1954)
  •     Hoy es fiesta (1955)
  •     Las cartas boca abajo (1957)
  •     Un soñador para un pueblo (1958)
  •     Las Meninas (1960)
  •     El concierto de San Ovidio (1962)
  •     Aventura en lo gris (1963)
  •     El tragaluz (1967)
  •     La doble historia del doctor Valmy (1968)
  •     El sueño de la razón (1970)
  •     Llegada de los dioses (1971)
  •     La Fundación (1974)
  •     La detonación (1977)
  •     Jueces en la noche (1979)
  •     Caimán (1981)
  •     Diálogo secreto (1984)
  •     Lázaro en el laberinto (1986)
  •     Música cercana (1989)
  •     Las trampas del azar (1994)
  •     Misión al pueblo desierto (1999)

  

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