Tenía una hermosura de otro mundo
y una larga cabellera que arrastraba
como un manto ondulante y soleado.
Aparecía sólo en los atardeceres mansos
siempre vestida de blanco
fugaz, descalza, insondable.
Vivía en las aguas de un arroyo
en una existencia de silencio
entre adelfas, juncos y pájaros.
Todos hablaban de ella entre el temor y la curiosidad.
Sus apariciones esparcidas y breves
enfebrecían la espera vigilante en el Pilar.
El olvido y sus cenizas
silenciaron lentamente a la Encantá.
Como suele pasar con las criaturas del otro lado.
- Pepa Cantarero. "Hamman : Baños de la Encina a través de la poesía". Baños de la Encina : Ayuntamiento, 2008.
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